Esta canción surge como una “herida” de amor, como una marca imborrable en el interior que dice: Soy de mi amado y mi amado es mío. Es el sonido de un anhelo consumidor por Jesús. Su melodía busca despertar en el cuerpo de Cristo un celo apasionado por Su presencia y por Su palabra que nos restaura por completo. Es la expresión de una iglesia que cuánto más lo ve a Él, más lo desea .
Clamamos fervientemente por una generación que sólo tenga un deseo, que busque una sola cosa: conocer a Jesús. Anhelamos ver a una generación con corazones ardientes y manos extendidas, listas para servir y llevar el evangelio a todas las naciones. Que ésta canción sea un llamado a una entrega total, a una pasión inquebrantable por Jesús y un clamor que no se puede callar: ¡El celo de tu casa me consume!